Carta desde Isla Reunión

Queridos compañeros de singladura parkinsonita:

Hace mucho que no tenéis noticias nuestras. Hoy me quiero dirigir especialmente a los colegas de los cursos superiores, a los que “podemos disfrutar” de  las maravillosas y aceleradamente cambiantes sensaciones  que produce el Parkinson avanzado.

Os escribo desde Isla Reunión. He venido a visitar a una hija que es nómada digital,  vive en Reunión (esta temporada) pero trabaja para una empresa austriaca radicada en Viena. Cuando le apetezca levantará el vuelo a otros lugares que quiera conocer… son increible sestas nuevas generaciones 🙂

Pero a lo que vamos, ¿qué donde queda Reunión?, pues en el Océano Índico,  a 10.000 kms de casa y 900 de Madagascar.  Se llega tras 14,30 horas de vuelo con una escala en Paris. Al ser un departamento francés, Air France lo gestiona como un vuelo doméstico, es decir mínimo espacio para las piernas y poco champagne, un vasito para cenar sin posibilidad de repetir.

Os doy todos estos datos para dar testimonio de que a pesar de todas nuestras limitaciones físicas: discinesias y acinesias de caballo, incontinencia urinaria, congelación de la marcha, insomnio, estreñimiento, dolores musculares y un largo etc, podemos hacer más cosas de las que pensamos y de las que cree nuestro entorno. Cuando dije en mi casa que me venía me tildaron de loco. 

También hay que ser prudente pues no vamos a emprender un viaje, sino una “odisea” por tanto se ha de preparar convenientemente tanto a nivel físico como casuístico y psicológico. Hay que elaborar planes “B” para todos los imprevistos que puedan surgir: retrasos en las maletas (en la que viaja la medicación), en los vuelos, ¿es posible obtener medicación en destino?, requerimientos legales,  informe médico y recetas en otros idiomas, seguro de viaje incluyendo cláusulas COVID …

Para ilustrar este punto os cuento que me partí el tercer dedo del pie izquierdo en un «momento discinésico». Fui al hospital público y gracias a la tarjeta sanitaria internacional (gratuita y te la mandan a casa en 10 días) y a la de la seguridad social, a los 3 minutos ya me estaban atendiendo. No tuve que pagar nada y me dieron material para las curas. Me citaron para el día anterior a mi partida para hacerme un vendaje especial para el viaje. Excelente servicio, que solo te lo dan si llevas la tarjeta internacional.

Viajar es una sanísima terapia ocupacional y física, pues además hay que hacer gimnasia y caminar todos los días. En caso contrario es mejor quedarse en casa y no jugársela, sabiendo que el conformismo no nos va a llevar a buen puerto.

Como siempre digo: la guerra la perdimos hace tiempo, pero hay muchas batallas que nos ayudan a ralentizar el proceso y que todavía podemos ganar.

Saludos tropicales

Fdo: Javier Freundlich

Foto cascadas;  Gwenaël A. en Pexels

5 comments

  1. Oh, qué casualidad. La isla de Reunión fué el destino de mi viaje de novios hace de esto 29 años. Nos la recorrimos a pata ( cuando mis patas ya afectadas por la EP pero aún obedientes) me lo permitieron.
    Es un sitio de esos que merecen la pena volcanes activos, playas ,población multiétnica, una vegetación apabullante de la emerge la cumbre del Océano Indico, el Piton de Neiges con sus cerca de tres mil metros y que coroné con la ayuda de nuestro guía criollo Roland ..
    En fin que de todo aquello guardo un gratísimo recuerdo, de todo menos de las alucinaciones que debutaron alli y que casi me vuelven tarumba.
    Pero esa es otra historia.

  2. Ole , ole y ole !!! Eres un campeón, el p amo del “ ahí te quedas , don parkinson , que yo me voy con mi hija” . El hacer una hazaña de este tipo requiere altas dosis de confianza en sí mismo , un control mental y exquisitov , sin fisuras , dejando todo bien cerrado para q no se acerquen inseguridades, cargamentos de ¿ tú estás loco? Y demás. Enhorabuena por ti !!un abrazo . Gema

    1. Muchas gracias Gema. Como decía Séneca, el filósofo cordobés, “hay que vivir lejos del vulgo y los vicios, para cuidarse de uno mismo, ser útil a los demás y tener un buen vivir sin temer la inexorable llegada de la muerte. ‘

      También he de reconocer que algún día me he tenido que quedar en casa pues Mr. P, se debió de meter en alguna maleta y de vez en cuando da la tabarra.

      Con cariño
      .
      Javier Freundlich

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