En el post anterior empezamos a hablar “sobre la marcha, de la marcha”. ¿Por qué? Porque las caídas son toda una amenaza para nuestra calidad de vida y el objetivo de estos posts es daros unos consejos muy prácticos para evitarlas. Para ello lo primero es entender como caminamos, lo segundo es como funciona nuestro cuerpo cuando caminamos. Conociendo estas dos cosas aprenderemos a engañar a nuestro cuerpo para que haga lo que queramos y no acabemos como la manzana de Mr. Newton rodando por el suelo. Son los trucos que os comentaba el otro día. A ver si consigo daros 20 de los buenos.
Retomemos los bloqueos de la marcha, para mi el “enfant terrible” y el origen de la mayoría de mis caídas. Hay dos tipos:
- Estás tan tranquilo caminado y de repente, sin comerlo ni beberlo los pies se atornillan al suelo y se ponen a cantar el “no, no nos moverán” y ni para adelante ni para atrás.
- Hay otra modalidad de bloqueo, para mí más peligrosa todavía. La marcha se interrumpe porque las piernas dejan de avanzar pero se siguen moviendo de arriba abajo, lo que yo llamo el “zapateado de Sarasate”. Los pies de forma alternativa sólo se apoyan con la punta y el cuerpo parece como si siguiera avanzando.

Es decir, los bloqueos son episodios repentinos, normalmente breves, en los que hay una incapacidad para generar una marcha eficaz hacia adelante.
No se sabe exactamente por qué aparecen, pero si sabemos que suelen ocurrir más cuando nos falta medicación, cuando estamos en «off». El primer tipo es típico del inicio de la marcha y de los giros y el segundo aparece más cuando vas a pasar o pasas por un sitio estrecho: le encantan los quicios de las puertas y a mi personalmente me desquicia pues el 70% de mis porrazos tienen este origen.
El aparato locomotor es el que se encarga de la gestión del movimiento, incluye varios sistemas, entre ellos el sistema nervioso y estos tres elementos: los huesos, las articulaciones y los músculos.
Los movimientos pueden ser voluntarios: gestionados por el cerebro, o automáticos: se realizan sin la intervención del cerebro superior y por tanto son independientes de la voluntad. Comer, caminar, saludar, montar en bicicleta…. son ejemplos de movimientos voluntarios, mientras que quitar la mano cuando nos quemamos o los latidos del corazón, serían automáticos.
A su vez los movimientos automáticos puede ser de dos tipos: autónomos y reflejos y se regulan en regiones del sistema nervioso central más primitivas. Las respuestas autónomas regulan el organismo (la frecuencia cardiaca, el ritmo intestinal o urinario etc). Los movimientos reflejos afectan principalmente a aquellos músculos que normalmente están bajo control voluntario y ocurren tras un estímulo externo. Por ejemplo, cerrar los ojos después de estornudar o que tu pierna de una patada cuando te da con un martillo de goma debajo de la rodilla en el neurólogo.
Todas las actividades voluntarias involucran al cerebro, el cual envía impulsos motores que generan el movimiento. Estas señales motoras son iniciadas por el pensamiento y la mayoría también involucra una respuesta al estímulo sensorial. Por ejemplo, las personas usan la vista y el sentido de posición para ayudar a coordinar la acción de caminar.

Los movimientos voluntarios tienen también sus tipologías. Por ejemplo caminar es un movimiento voluntario. Pero no siempre caminamos igual. No es lo mismo pasear por el parque que por una viga de acero que pende de una grúa a la altura de la planta 35 de un rascacielos de Nueva York, aunque algunas fotos parece que indican todo lo contrario (suelen ser nativo- americanos que eran muy demandados para construir rascacielos pues no tienen vértigo).
En el caso del paseo por el parque, el caminar deja de ser voluntario y se convierte en semiautomatico. Por tanto se genera y regula en otra parte del cerebro que, mira tu por donde, es la zona que más se deteriora con la EP. Durante el paseo no vas pendiente de los pasos que das, ni si braceas más o menos, no estas «pensando» en caminar. Vas con el piloto automático y el cerebro aplica un patrón estándar.
Ahora bien si te paseas por el glaciar del Monte Everest, la cosa pasa al sistema de gestión voluntaria pura en las zonas del cerebro más superiores. Como os dije, no se trata de escribir un tratado de anatomía fisiológica y ya he llegado a donde quería, No hay un sistema único para los movimientos voluntarios, no intervienen las mismas células siempre, Hay varios subsistemas. Vamos que no todo va por un “único tubo”, “cable” o circuito.

En el caso de la deambulación hay dos sistemas diferentes. El automático que se usa en el caminar habitual, con la EP se va deteriorando, mientras que el circuito de deambulacion voluntaria pura lo tenemos bien.
Cuando nos surjan problemas en nuestro caminar normal y veamos el suelo cerca lo que tenemos que hacer es pasarnos al otro sistema, al voluntario y así podremos solventar los problemas. Y eso es lo que os vamos a contar en el próximo post: cómo se cambia el chip. Y una vez cambiado, como gestionarlo.
Gaudeamus igitur iuvenes dum sumus: Disfrutemos pues, mientras aún somos jóvenes.
Himno universitario
Fdo: Javier Freundlich (con revisión de la Dra. Kurtis para asegurarme que todo lo relacionado con el funcionamiento del cerebro es correcto)
Hola Javier Freundlich , me ha gustado mucho (SOBRE LA MARCHA ii) es muy interesante lo que dices y sobre todo lo practico que nos puede venir en un momento comprometido , me gustan tus comentarios y tu forma de plantear tus argumentos.
El otro dia te conteste sobre parar en medio de una calle lamento la confusion y a la vez me alegro que no fueras tu, tampoco que sea tu padre o el de tu mujer, disculparme.
Me siento bien leyendote , yo no estoy preparado para escribir en un blog, nunca lo he hecho y me siento mutilado en todos los sentidos ademas un blog no es para contar cosas personales es para plantear temas interesantes, como tu lo haces. otro dia me gustaria pedirte una opinion , pero sin que te veas obligado, pero creo que aqui no es el sitio donde podria escribirte de una forma mas intima , si existe esa manera.
Un abrazo,Salva