Querida madre de Marta:
No nos conocemos pero recientemente ha vivido una experiencia similar a la que tuve hace 6 años que me gustaría compartir.
Desafortunadamente tenemos un sistema sanitario planificado para oír y no para escuchar, el tiempo de consulta que se asigna a un paciente no lo permite. Aún así algunos médicos intentan suplir esta deficiencia alargando su jornada laboral. Quiero subrayar la importancia de la escucha por parte de los facultativos.
Los enfermos crónicos somos como los protagonistas de la gran obra del teatro del absurdo escrita por Luigi Pirandello “Seis personajes en busca de autor”. La obra plantea el drama que sufren seis personajes que fueron creados por un escritor quien no llegó a plasmar por escrito el resultado de su imaginación en una obra concreta. Los personajes quieren, anhelan existir y por ello andan errantes buscando a un autor que les escuche para contarle su historia y que éste de forma a su drama en una pieza teatral. Los personajes aparecen y una vez que nacen de la imaginación necesitan ser concretados para poder existir.
No basta con escuchar, es necesario que el enfermo sienta que el médico practica la escucha activa, es decir, que le están escuchando con conciencia plena, concentrado en lo que le intentamos comunicar. Nuestra calidad de vida y en algunos casos hasta la vida está en juego y, como los personajes de Pirandello, anhelamos existir.
Qué diferencia tan grande entre un “¿Cómo estás? y un ¿Cómo te sientes? en este caso el interlocutor quiere ir más allá y conocer también los sentimientos o pensamientos que subyacen a lo que se está intentando expresar. La empatía, ponerse en el lugar del otro y la validación emocional, nos hacen sentirnos comprendidos sin ser juzgados y que el profesional tiene toda la información necesaria para que su dictamen sea correcto o acertado.
Si además, como me pasó a mí, el Doctor o Doctora tiene ojo clínico, pues miel sobre hojuelas.
Le voy a contar mi experiencia. Mi peregrinación por las consultas neurológicas acabó como la suya, tras más de una hora de escucha activa y un minucioso examen neurológico, por fin alguien le ponía nombre a mi enfermedad: “Parkinson de origen genético (muy raro, sólo 9%) y en concreto sospecho que es una mutación en el gen POLG”.
Me hicieron un estudio genético de 25 genes relacionados con la enfermedad de parkinson. ¿Quiere saber el resultado? En el exón 3 del gen POLG detectaron una mutación.
Había encontrado a la escritora que daría vida a mi personaje y creo que también podría escribir algo interesante en la suya. ¡Ánimo!, que sólo le quedan tres semanas para comprobarlo.
Le recuerdo lo que decía el gran médico romano Aulo Cornelio: “Coniecturalem artem esse medicinam” – “La medicina es el arte de la adivinación”.
Un abrazo
Javier Freundlich
Gracias Marta y Javier por expresar lo que algunas hemos sentido en muchas de las consultas médicas, a las que acudimos y en las que a veces al profesional, solo parecen interesarle los síntomas y nada relacionado con el sentir del paciente.
Preguntar al paciente como se siente requiere ganas de escuchar al otro y eso pasa también por establecer una relación sincera y empatica con “el otro” , como dicen los budistas: escuchar con la “atención desnuda”, desnuda de lo “mio”, para atender plenamente a lo “tuyo”, sin juicios previos, sin pensar lo que voy a decir mientras el paciente habla,,,,,,
Actualmente en la formación de los médicos estas enseñanzas, relativas al sentido de lo humano, como dimensión relacional, existencial y no exclusivamente fisiológica, creo que no forman parte de las materias que se estudian y es sorprendente, porque en los datos que aporte el paciente normalmente se hallan las claves, no solo para realizar el diagnóstico, que en el caso de los parkinsonismos suele tardar mucho tiempo, sino en la puesta en marcha de un tratamiento eficaz, también muy difícil en nuestra enfermedad, presentándose como un proceso de ajustes que parece mas “arte“ que “ciencia” y que requeriría también una gran escucha activa.
Por ultimo citar al doctor Luis Chiozza (1930) medico, psicoanalista y escritor argentino que resume en una frase, su libro “Por que enfermamos”: el enfermo es siempre un ser vivo, animado por una vida subjetiva, y su enfermedad, más allá de que se le comprenda, o no se la comprenda, como la descompostura de un mecanismo fisiológico, forma parte de la trama que constituye la historia de su vida y añado yo, como se siente en esa vida de enfermo eterno, tan difícil de asumir, para las personas que padecemos alguna de esas enfermedades llamadas “incurables”.