En mi familia siempre hubo mascotas. En casa de mis padres, en casa de mis hermanos y en la mía propia, hemos compartido vida con animales de compañía. Mi perrita falleció poco antes de nacer mi segundo hijo y como después nació la tercera y yo enfermé al poco tiempo, renunciamos a «engordar» las tareas familiares con una nueva mascota. Es cierto que dan trabajo y necesitan atención, al menos cuando se tiene un animalito como yo lo entiendo, o sea, como uno más de la familia. Pero su compañía compensa.
En casa, nos ha costado mucho decidirnos. Mis dos hijos pequeños se han criado sin mascota, por lo que tendrán que aprenden a responsabilizarse. Mi marido se ha resistido casi hasta el infinito por no cargarme con más tareas y responsabilidades, en la creencia de que mi enfermedad me limita para ocuparme de más cosas, creyendo que así me protege.
Demasiadas veces, la manera de «protegernos» es evitar situaciones o responsabilidades. Evitar añadir tareas que puedan ser gravosas para una persona enferma. Pero esto nos aísla y, al menos para mí, me hace sentir débil, inútil. Nadie nos quita las tareas cotidianas nada gratificantes, poco visibles y cero valoradas (las tareas domésticas) pero sí comenzamos con las cautelas para actividades generalmente más gratificantes de ocio, oportunidades para relacionarse o tener una mascota nos haga compañía…
Gran parte de lo que ocurre al caer en una enfermedad como el Parkinson se agrava por culpa del estado de ánimo. Yo me he resistido a enfrentarme con mis sentimientos de culpa, mis bajones de ánimo, mi mal humor, incluso, a veces, la desesperanza. Ante el espejo estoy aprendiendo a reconocer que yo también he caído en depresión y ansiedad, cuando pensaba que esas cosas pasaban a otros, y he experimentado como ese estado de ánimo empeora inexorablemente los síntomas del Parkinson.
Así que, igual que hace unas semanas reivindiqué mi tiempo para mí («El tiempo es mío y para mí» del 9 mayo), hoy reclamo la necesidad de buscar actividades y compañías gratificantes, como tener la compañía de una mascota.
Seguramente sea sólo un símbolo, pero esos pequeños caprichos, esos detalles, a mí me ayudan a situarme. A ser consciente de que necesito cosas que me hagan feliz, o que me recuerden que puedo ser feliz simplemente acariciando a mi nueva gatita, aunque el Sr. Parkinson me haya dado un mal día.
Firmado: Marta Val
Hola Marta. Sin duda las mascotas son una agradable compañía y te alegran la vida. Además de estabilizar el estado emocional, aliviar la soledad y curar la depresión. En el caso de los niños, es muy positivo porqeu les crea una obligación nueva y refuerzan la resposabilidad. En mi caso particular tengo una gatita llamada Yuna en inicio, y rebautizada por mi hijo de 4 años como Sisis, así que, se llama Sisis…Está con nosotros desde hace 7 años y todo el mundo me miró mal cuando seguí teniendola en el embarazo… no hice caso, sigue con nosotros ya ahora es la compañera de juegos de mi hijo que tiene TEA leve (aunque no está diagnosticado) y es la alegría de la casa.
Gracias por tu comentario. Ya os contaré qué tal mis hijos pequeños con la gatita. Para tu niño seguro que es la mejor de las terapias y para mí seguro que lo será también. Un abrazo
Nosotros teníamos un caniche que murió hace poco, un año después que mi padre.
A mi padre le iba genial salir con él por las mañanas a pasear. Se iba al parque y estaba una hora, dando vueltas a su ritmo. Y le hacía mucha compañía.
A mi madre también, una vez muerto mi padre el Señor Piti (mi querido caniche) le hacía compañía en los momentos que se quedaba sola.
Ahora es ella que no quiere otra mascota. Dice que les coge demasiado cariño. Sabemos que le iría bien tener un perro o un gato en caso, pero nos ha dicho que ni un canario, así que respetaremos su voluntad
Marga
Para quienes queremos a los animales la decisión de tener una mascota es difícil. Estoy segura que a tu madre le haría bien tener esa preciosa compañía incondicional de los animales, pero …la entiendo totalmente. Un abrazo enorme y gracias por compartir tu experiencia
Como te entiendo Marta,,,,gracias por compartir. Buen verano
Igualmente Pilar. Gracias!