La semana pasada hablabamos de las emociones y como influyen en la enfermedad en el post titulado Emoción y enfermedad: un dialogo entre paciente y médico. Los tics son otro trastorno del movimiento en el que el estado de ánimo va a jugar un gran papel. Hace unos días ví en la consulta a Edu, un chaval de 12 años que tiene tics desde hace tiempo. Hasta ahora los había llevado bastante bien, pero este curso está teniendo problemas de bullying en el colegio. El listillo de su clase le ha dedicado una canción que incluye los sonidos y los movimientos que hace Edu y, como no podía ser de otra forma (¿o sí?), le hace mucha gracia a sus compañeros.

Los tics son movimientos o vocalizaciones involuntarias que se preceden de una sensación, de unas «ganas» de hacer el tic que se alivian después de hacerlo (los neurólogos lo llamamos prodromo). Todos hemos tenido un picor de esos que te mata hasta que no te rascas. Esto es algo parecido a lo que cuentan las personas con tics. Tienen una sensación, un impulso, que solo se alivia tras hacer el tic.

Los tics pueden ser motores e involucrar cualquier parte del cuerpo; por ejemplo: mover los ojos de un lado a otro o arriba y abajo, parpadear mucho, fruncir el ceño, hacer muecas bucales, rotar los hombros, cerrar la mano en puño, pegar una patada con el pie, etc. Incluso, hay alguns tics que pueden ser más complejos e inducir a pegar un salto o chocar la mano contra el pecho e incluso ser dolorosos porque desencajan la mandibula o el brazo (estos últimos son graves y poco frecuentes).
Los tics vocales suelen ser relativamente sutiles, con ruidos de carraspeo o de esnifar, pero pueden ser más intrusivos al producir gruñidos o gritos. Sin embargo, en las películas siempre sale la persona que tiene un tic vocal que involucra insultos o palabras soeces, por lo que se piensa que este tic es típico. Sin embargo, la coprolalia, que es cómo se llama a este tipo de tics, afecta solo a un 10% de las personas con tics.
Alguno de vosotros recordará gestos de gente que os es cercana o, incluso, propios: «mi hija se retira el flequillo constantemente», «mi marido no para de mover la pierna como si le temblase», «a mí se me mueve el parpado inferior de vez en cuando». Os preguntaréis si eso es un tic. La respuesta no es facíl y, si hay dudas, recomiendo consultar a un neurólog@. Básicamente, la regla es que el movimiento se pueda controlar o no. Una cosa es un manierismo, un gesto como muy nuestro, como explicábamos en el post Rituales en deportistas de élite y otra cosa es tener que hacer un ruido o un movimiento antes de seguir adelante con tu actividad, que es lo que define a un verdadero tic.
Para complicar más el asunto, es cierto que algunas personas pueden controlar sus tics durante un periodo corto de tiempo; por ejemplo, en un examen o en una entrevista. Sin embargo, el desgaste es importante y, cuando por fin salgan al patio o lleguen a casa, saldrán todos los movimientos y ruidos que sean. Se sienten como una olla a presión y, al abrir el escape, salen todos sus tics acumulados.
A lo mejor os habéis preguntado alguna vez si los tics son sólo de niños. La respuesta es no. Sin duda hay adultos con tics motores y fónicos. Sin embargo, los tics sí son más frecuente en niños. En una clase de infantil, en torno a un 10% de los chavales tiene tics, siendo más frecuente en niños que en niñas. La mayoría suelen desaparecer o mitigarse con la edad, pero no siempre es así.

Quizás alguno de vosotros haya oído hablar de un neurólogo francés del siglo XIX que da nombre a un trastorno de tics que lleva su nombre. Se trata de Gilles de la Tourette, que fue discípulo de uno de los padres de la neurología, el Dr. Charcot Marie Tooth, en el Hospital de Salpêtrière, y que en 1884 describió por primera vez a nueve pacientes con el «mal de tics». El síndrome que lleva su éponimo es un tipo de trastorno de tics que se define por la presencia de, por lo menos, dos tics motores y un tic fónico que persiste durante un año y aparece antes de los 18 años.
El Síndrome de Tourette puede acompañarse de problemas de la esfera neuropsiquiátrica, como son:
- depresión
- ansiedad
- déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
- impulsividad
- trastorno desafiante
- trastorno obsesivo compulsivo (TOC)
- bajo nivel de frustración
Estos síntomas, a menudo, son más incapacitantes para los chavales que los tics y precisan de atención especializada y apoyo escolar. Quiero dejar claro que los chavales con Tourette suelen tener una inteligencia rigurosamente normal; pero, a veces, tienen problemas de aprendizaje y se pueden beneficiar de intervenciones especiales. Como me decía Edu hace unos días, lo único que piden es algo muy a tener en cuenta en el colegio, en las actividades extraescolares y en casa:
«Que me dejen en paz, que me traten como a todo el mundo. Tengo tics, pero soy un chaval normal.»
Y cierro este post con un video de una pelicula fantástica titulada En frente de la clase de Peter Wermer, que relata la historia de una persona con Tourette. No te la pierdas si quieres saber algo más sobre como tratar a una persona con tics.
Firmado por: Mónica Kurtis