“Mi madre tiene Parkinson. Es una enfermedad muy peligrosa, porque te caes al suelo y te rompes los brazos.” Así comenzaba la explicación que mi hijo de 6 años daba a un amiguito hace unos días. No se equivocaba, porque recientemente, recogiendo a mis hijos del colegio, me quedé pegada al suelo sin mediar aviso (bloqueos del Parkinson) y caí al suelo rompiéndome el brazo. Desde luego no es la primera vez. Para mi familia verme caer es parte de la rutina.
Al escuchar esto, como os podéis imaginar, me quedé agazapada en silencio y continué escuchando la conversación de los niños. El amiguito de mi hijo asentía recordando que hace un año, también estuve escayolada y mi hijo ilustraba este recuerdo ampliando el episodio de aquellas fechas: –no sólo tuvo escayolado un brazo por otra caída, sino que la tuvieron que vendar el otro, porque se cortó con un vaso que estaba fregando al golpearlo contra la pila, para que veas si es peligroso”-. En efecto, tengo algo de discinesia y a veces hago movimientos involuntarios y golpeo o tiro cosas.
Los niños continuaron hablando.
-…cuando tienes Parkinson tienes que tomar muchas pastillas, y si no las tomas te quedas como muerto. No te mueves y la cara se pone seca- El pobre amigo de mi hijo, asustado, le preguntó – ¿y no te da miedo? – a lo que mi hijo, con total normalidad, contestó – no hombre, es mi madre- y se quedó tan ancho.
-…el Parkinson es una enfermedad para siempre, aunque mi madre está mejor ahora, porque no trabaja y está más tiempo con nosotros. Así que a mi no me importa que lo tenga, salvo cuando la escayolan-. Me moría de risa, sobretodo por la cara del otro muchacho, que no entendía nada.
Pero el remate, fue cuando apareció en escena la pequeña de la casa (4 años), que merodeaba por allí e intervino para decir: – además mamá canta y baila en casa y jugamos a adivinanzas, a puzles y a construcciones para rehabilitarse-. Solté una carcajada, con lo que me pillaron y pararon de hablar.
La cosa quedó ahí, hasta que al día siguiente, cuando voy al cole a recoger a los niños, me encuentro a la madre del amiguito de mi hijo que me dice: – Me ha contado Javi, que tienes la enfermedad de “Particón” y por eso te escayolan todos los años, por que cuando no te tomas las pastillas eres un muerto que canta, baila y juega en casa- ¡Ahí queda eso!, espero que no se corra la voz…..jajaja
Firmado por: Marta Val
Me parto con las explicaciones de los niños. «La enfermedad de Particón”, «…y la cara se pone seca» 🙂 🙂
Hace poco comentábamos, en este mismo blog, cómo explicar a otras personas en qué consisten estas enfermedades «raras». Pues ahí está la mejor manera: ¡los niños! 🙂
Y se me ocurre de repente, ¿por qué no hacemos un post con una lista de «comentarios» de los niños?
Gracias a todos por vuestros comentarios. Alberto, me parece una idea fantástica podemos recopilar comentarios de niños y mostrarlo en el blog…lo hablamos.
Cierto Almu.
Los niños dan mucha vidilla.
Una vez que Juanlu se cayo mi sobrino andaba se aca para alla con sus «amuletas» y decia que el tio estaba «menosvalido»
Siempre he dicho que los niños rejuvenecen el alma a los adultos. Tienen la capacidad de sacarnos una sonrisa en los peores momentos y a pesar, de ese miedo y/o angustia que podamos tener los adultos porque nos vean en situaciones comprometidas o quizás duras y desagradables ya sea por causa de enfermedades o de otra índole, un niño nos puede aportar una fuerza vital adicional muy beneficiosa.
Aprovechen aquellos que los tienen y sobre todos en edades pequeñas, es una bendición y regalo de la vida que no se debe desperdiciar…
Buen día
Los niños, ¡qué gráficos (y prácticos)!. Me recuerda al tópico «están a su aire, pero se enteran de todo».
Lo nuestro (el mundo adulto) ¡no tiene nombre!