
La semana pasada, en el post Camerún, hoy un poco más cerca, os empece a contar nuestra experiencia por ese otro mundo de tierra roja. Como sé que no habéis podido dormir en toda la semana :), hoy prosigo con nuestros avatares.
El primer día del curso de formación en neurología, dimos unas pinceladas sobre la anatomía del sistema nervioso y las enfermedades que llamamos periféricas (porque afectan a los nervios una vez que salen del cerebro) como las lumbociáticas, que son un motivo de consulta muy frecuente en Camerún. Día un poco arduo, pero necesario, por establecer una base mínima de conocimientos teóricos.
Al día siguiente pasamos página y nos centramos en la epilepsia, una enfermedad muy prevalente en Camerún y en muchos países en vías de desarrollo porque hay una gran incidencia de lesiones cerebrales, secundarias al sufrimiento fetal, accidentes e infecciones cerebrales. Se trabajó mucho el tema de la fisiopatología y la desestigmatización de las personas que viven con epilepsia…
Después de toda una mañana hablando de ello… un participante rebatió:
«Pero aquí, en Camerún, alguien puede coger una piedra y tirarte la epilepsia encima».
Buf… Tampoco debíamos sorprendernos tanto. No hace muchos años en España también se hacían exorcismos a las personas que sufrían epilepsia. Si no me créeis, buscar en internet, hay parroquias de la Galicia profunda donde todavía se anuncian.
Después de este jarro de agua fría, tuvimos un descanso para tomar un café local que, por cierto, es riquísimo. Charlando con los participantes, una monja (enfermera en Doula, la capital económica de Camerún), me comentó:
«Antes de empezar las clases de hoy, nos habéis preguntado que cuántos pacientes con epilepsia hemos visto en el último mes y yo he contestado que ninguno. Ahora creo que seguro que he visto a varios, sólo que no los he sabido reconocer».
¡Qué subidón! Nos quedamos con esto… y no con la piedra con poder epileptógeno.
Esa tarde, el tráfico se nos hizo eterno de camino a la casa de voluntarios. Estábamos listos para disfrutar de una cenita y una cerveza fría (grata sorpresa, la gran variedad de cervezas autóctonas muy ricas). David, el encargado de la casa, nos había preparado un menú que nos supo a gloria: un estofado riquísimo, acompañado de plantaines (exquisito plátano macho frito), patatas fritas (que allí son un lujo) y una ensalada de tomate, aguacate y zanahoria, pelada con muchísima destreza para no tirar ni un trozo comestible. Sí, esa imagen no se me olvida, aquí no se tira nada de nada.
Al día siguiente llegamos a los trastornos del movimiento, hablamos de los más frecuentes: parkinsonismos, distonía, corea y ataxia. Aunque allí no son enfermedades conocidas, probablemente por infradiagnóstico y por la baja expectativa de vida. Aún así, decidimos dar algunas nociones básicas, porque son enfermedades «muy agradecidas». Un tratamiento adecuado puede cambiar la vida de estos pacientes. Tras muchos videos de movimientos hipo e hipercinéticos (con escenificaciones de marchas dignas de un Óscar) y un esbozo sobre los tratamientos posibles, se abrió el turno de preguntas.
Una participante describió a un hombre que había visto en su consulta, imitando su marcha: pasos cortos, de puntillas, con el tronco encorvado y adelantado…
Pregunta: ¿Crees que debo probar tratamiento con levodopa?
Respuesta: ¡Sin duda!
Y luego, en privado, me consultaron otros tantos casos. El mensaje había llegado.

En fin, sólo quiero añadir que fue una gozada tener un público tan respetuoso, atento y participativo. También ser parte de un equipazo de neurológ@s que, sin conocernos apenas, se compenetró con gran fluidez y ¡sentido del humor! Como algún participante dijo en su evaluación, dimos lo mejor de nosotros mismos (os aseguro que lo intentamos) pero todos los alumnos, sin duda, también.
Espero de verdad que el curso que impartimos pueda impactar algo en el día a día de algunas personas que sufren enfermedades neurológicas en Camerún. Si sólo una persona (con distonía, Parkinson o corea) recibe un tratamiento que le ayude a recuperar algo de autonomía, habrá merecido la pena el esfuerzo.
Pero, lo mejor de todo, es que la cosa no termina aquí. Aún hay más. A través de la plataforma on line que tiene la Fundación Recover: Hospitales para África. Sante 2.0, nuestros colegas de Camerún pueden presentar casos, colgar videos de pacientes con su exploración y consultar sus dudas. Nosotros respondemos según nuestros conocimientos y nos tienen al tanto de la evolución. Esta perspectiva de continuidad, gracias a la tecnología , ayudó mucho en las despedidas. De hecho, ¡ya hemos empezado!
¡Hasta pronto, Camerún!
Os recuerdo que esta noche es el concierto benéfico de Recover en el Auditorio de Madrid. Todos los fondos son para el proyecto en Obout y, si os dais prisa, aún podéis comprar las últimas entradas.
Firmado por: Mónica Kurtis
Después de leer este post, intuyo una experiencia personal estupenda… ¡¡Me alegro un montón!! Así nos aseguramos la vuelta a «tierras rojas» de la Dra. Kurtis…:):)
🙂 No lo sabes tú bien. Si, allí tienen muy asumidos los límites del ser humano, de la medicina, de la vida… En nuestro mundo vivimos como si los límites no existieran… Pero están, que te voy a contar… ¡con sentido del humor se llevan mejor! 🙂
Y pensar que si hubiese nacido en Camerún estaría dando botes de alegría al ver todo lo que los » hechiceros de la salud» hacen por mi , en lugar de pasarme la vida quejándome de lo poco que hacen los neurólogos para quitarme de encima esta maldita enfermedad.