Adaptarse sanamente a la adversidad ¿qué es eso?

Siempre me hago esta pregunta: ¿cómo se adapta uno a la adversidad? Tengo pacientes con enfermedades avanzadas, con parkinsonismos o ataxias severas y una movilidad muy reducida, que vienen a la consulta y me cuentan que «todo está bien», sonriendo desde su silla de ruedas. Sin embargo, otras personas, con enfermedades que prácticamente no dan síntomas, están hundidos en la miseria. Lo mismo puedo decir de los cuidadores. A diario veo ejemplos de cuidadores con cargas importantes que están cansados, ¿cómo no?, pero se les percibe serenos, y no sólo en la superficie. Sin embargo, otros tantos tienen un síndrome del cuidador de manual y están a punto de hacer «crack». ¿Por qué algunas personas pueden vivir su enfermedad o su rol de cuidador con tanta entereza? Creo que no es casualidad que está semana haya caído en mis manos un artículo sobre la resiliencia.

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Un tronco con resiliencia se adapta al viento sin partirse

¿Resiliencia? Nunca había leído ni oido este término. Proviene del latín resiliens, que significa algo así como «rebotar» y se utiliza para describir la capacidad de algunos materiales (vivos o artificiales) para recuperar su estado natural tras ser sometidos a una perturbación (por ejemplo: un edificio a prueba de terremotos). En el ámbito de la psicología, la resiliencia significa la habilidad que tienen los seres humanos para adaptarse de forma saludable a la adversidad.

¡Wow! Esa es la palabra que yo buscaba para definir a esos pacientes y cuidadores tan especiales: resilientes. Me parece un factor clave para vivir mejor. Por lo visto, desde que surgió el termino en los años 60, su definición ha ido cambiando hasta ser lo que es hoy. Primero se empezó definiendo la resiliencia como un rasgo de la personalidad; por tanto, muy estable y poco cambiable (por ejemplo: el tipo de inteligencia). Sin embargo, la postura más actual la define como un proceso, ya que implica continuos cambios activos conforme la vida lo exige. Inicialmente se basaba en el estudio de la personalidad/carácter del individuo, pero también ha ido evolucionando esta postura para ser más inclusiva y no mirar sólo a la persona sino como se relaciona en su ambiente. Porque la resiliencia depende de una constelación de rasgos que incluyen tanto los personales, como el optimismo, la creatividad, la sensación de conexión al entorno y la fe en el apoyo de otros.

De hecho, las escalas que miden resiliencia tienen en cuenta cinco recursos considerados claves (1):

  • estructura psicológica
  • habilidades personales
  • competencias sociales
  • cohesión familiar
  • apoyo social

Los cuestionarios hacen preguntas de este tipo: ¿crees en tus habilidades?, ¿planificas tus acciones?, ¿las rutinas te ayudan?, ¿te resulta fácil conocer a gente?, ¿te ríes con

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Mejorar la resiliencia es un camino personal

frecuencia, ¿en tu familia los lazos son fuertes?, ¿os gusta pasar tiempo juntos?, ¿tienes a alguien que te ayude si lo necesitas,? ¿te sientes valorado por tus amigos/familiares?, etc.

Las respuestas en positivo abogarán por una mayor resiliencia, porque las personas resilientes tienen una imagen positiva de sí mismas, son más empáticas, tienen comportamientos más sociales, tienen la habilidad de organizarse y se enfrentan a la vida con optimismo y flexibilidad (1).

La resiliencia se ha estudiado poco en las enfermedades que producen trastornos del movimiento. He encontrado un único estudio en la enfermedad de Parkinson que incluyó a 83 pacientes en todos los estadios de la enfermedad y mostró resultados interesantes (2). El grado de resiliencia (medido con una de esas escalas que he comentado previamente) no tenía correlación con la gravedad de la enfermedad.  Sin embargo, la resiliencia se asociaba con una mejor calidad de vida, menos incapacidad y menos síntomas de depresión, fatiga y apatía. ¡Igual que en mi consulta! No hay datos publicados pero creo que si se hiciesen estudios similares en corea, distonia, ataxia o tics, los resultados serían similares.

Resiliencia, una palabra que pocos conocíamos fuera del ámbito de la psicología y el coaching, pero que estoy segura (me podéis tomar la palabra) que se va a convertir en palabra de moda. En breve aparecerán libros de autoayuda, TED talks, terapias que potencien tu resiliencia, etc. Porque, en el fondo, todos aspiramos a vivir mejor los contratiempos o las verdaderas bofetadas que nos da la vida, sea por tener una enfermedad, tener un enfermo a tu cargo, la perdida de un ser querido, quedarse sin trabajo, un desamor doloroso… Hay mil cosas que nos pueden suceder y suceden.

En fin, la buena noticia es que la resiliencia se puede cultivar. Recordemos que es un proceso. El «trabajarse» a uno mismo es, que duda cabe, lo más importante. Algunos estudios sugieren que la participación en actividades creativas y artísticas puede potenciar la resiliencia (3) y también se puede mejorar a través de las relaciones y el apoyo social (4). Aquí es donde las asociaciones de enfermos pueden tener un papel importante…y esperamos que este blog también.

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Curso para cuidadores en la Asociación de Parkinson, Madrid

 

Firmado por Mónica Kurtis

Fotos de MK, Averie Woodward en Unplash y Parkinson Madrid

 

Referencias:

  1. Friborg, Hjemdal, Rosenvinge & Martinussen, (2003). A new rating scale for adult resilience: what are the central protective resources behind healthy adjustment? International Journal of Methods in Psychiatric Research 2003;12,65–76.
  2. Robottom, Gruber-Baldini, Anderson, Reich, Fishman, Weiner & Shulman. What determines resilience in patients with Parkinson’s disease? Parkinsonism and Related Disorders 2012;18,174–177.
  3. McFadden & Basting. Healthy aging persons and their brains: promoting resilience through creative engagement. Clin Geriatr Med 2010;26:149-61.
  4. Wilks & Croom. Perceived stress and resilience in Alzheimer’s disease caregivers: testing moderation and mediation models of social support. Aging Ment Health 2008;12:357-65.

 

 

5 comments

  1. Comparto todo lo dicho en este post de la Dra. Kurtis, he podido constatar lo mismo que ella afirma, la diferente forma de reaccionar de cada paciente, de cada familiar; la correlación entre calidad de vida y el nivel de resiliencia; pero sobre todo la positiva y productiva idea de que la resiliencia se trabaja, se ejercita, se adquiere… en ocasiones sencillamente lo que ocurre es que no éramos conscientes de haber aplicado esa fortaleza antes, no que no la tengamos. Con experiencia y ayuda profesional, se puede mejorar la forma de vivir y afrontar una enfermedad crónica.

  2. ¡ Fantástico ! Toda una lección sobre el sentido común, empatía, generosidad, respeto y paciencia. ¿Se puede decir que la resiliencia es pariente de la inteligencia emocional?

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