Francisco Franco (1892-1975) fue un hombre eminentemente sano hasta casi el final de sus días. Siempre había tenido una salud de hierro, excepto los dientes y la boca, que fueron su particular calvario. La única pieza propia que Franco se llevó a la tumba fue un colmillo, el canino superior izquierdo.
A lo largo de su vida sufrió tres accidentes, «aparentemente sin secuelas».
1/ Fue herido en la batalla de El Biutz: ocurrió entre el 28 y el 29 de junio de 1916 cerca de Ceuta. Franco, con 23 años, era capitán del Segundo Tabor de Regulares (tropas indígenas) que siempre combatían en las posiciones más peligrosas. Como indicador del riesgo sólo doy un dato: en los 32 meses que Franco estuvo en los Regulares de Melilla, hubo 35 bajas entre los 41 oficiales que había en el regimiento (el 85%, si la aritmética no me falla). Tomando unas posiciones, bayoneta en mano, recibió un tiro en el bajo vientre. En los informes del Hospital Militar de Ceuta consta que la bala no había tocado ningún órgano vital.
Algunas fuentes indican que perdió un testículo. De todas ellas, la fuente más solvente es José María Zavala (2009), quien se basa en las declaraciones recogidas a la doctora Ana Puigvert, nieta de Antonio Puigvert, el urólogo de Franco. Ella afirma que su abuelo le comentó en varias ocasiones esta peculiaridad del Caudillo: era monórquido. La noticia dio la vuelta al mundo.
2/ En 1935 en Salamanca: el vehículo en el que viajaban Franco y su mujer arrolló a dos ciclistas y volcó. Murió un ciclista, Dª. Carmen y el conductor resultaron heridos. Franco salió ileso.
3/ El día de Nochebuena de 1961: cazando en el monte de El Pardo, le explota accidentalmente el cañón de la escopeta. Se habló de intento de atentado. Resultado: fractura abierta del segundo metacarpiano y del dedo índice y heridas en la mano derecha. Según sostiene el historiador británico Paul Preston, fue un cartucho de su hija, más pequeño y alojado en el cañón de la escopeta, lo que provocó la explosión cuando el Caudillo cargó nuevamente su arma para abatir una paloma.
Hasta 1963, con 71 años, su salud es inquebrantable, sólo empañada por los problemas dentales, bucales y algun catarro. Para refrendar esta afirmación, diré que Franco faltó sólo dos veces en toda su vida de la reunión del Consejo de Ministros. La primera fue en noviembre de 1959, por culpa de una gripe. La segunda fue en mayo de 1973, por un problema en la boca. Es más, el 12 de mayo de 1972, abandona el consejo de ministros durante 20 minutos, para extraerse dos muelas, tras lo que volvió a entrar en la reunión como si nada.
¿Cuándo se le diagnostica la enfermedad de Parkinson?
Aquí empieza otra polémica. Según Paul Preston, el Caudillo padecía la enfermedad desde 1964. Este mismo dato lo corrobora también la periodista Victoria Prego, entre otras fuentes. Hay otros autores que señalan que hasta 1969 no fue diagnosticado de Parkinson.
Personalmente, a mí me encaja más la fecha de Preston, ya que, casualmente, entre 1964 y 1965, Franco sufrió un declive físico importante. Como señaló Manuel Fraga, en el contexto de los fastos de los XXV años de paz, el 9 de abril de 1964 Franco dio al Consejo Nacional un discurso sobre los logros de los 25 años. Al ver como leía el discurso, se percató de cuánto había envejecido el Caudillo. Una semana después, cara a cara en una audiencia privada con él, la impresión de que Franco decaía rápidamente le resultó abrumadora. A finales de octubre, Fraga mantiene una reunión de trabajo privada y se da cuenta de que era incapaz de mantener los ojos abiertos. Eran los primeros síntomas de la enfermedad.
En esos años en España no había Levodopa, el Sinemet llega a finales de los 60-70, e inmediatamente se lo prescribieron a Franco. Antes de esa fecha no había un tratamiento eficaz.
Otro argumento a favor de 1964 como fecha clave es que, como consecuencia del deterioro físico de Franco, el gobierno inicia una campaña mediática en torno al «excelente estado de salud» del Caudillo. En los medios de comunicación se emitieron frecuentes declaraciones del que fue su médico personal durante 40 años, Vicente Gil. La TV y el NODO le mostraban jugando al golf, pescando en Asturias con el agua hasta la cintura (actividad que no dejó de practicar hasta 1973) o cazando (siguió cazando hasta unos meses antes de su muerte, temporada invierno 1974-1975) de forma incesante. Por supuesto, la prensa no iba a la zaga.
Y último argumento: en el discurso que pronunció el 22 de noviembre de 1966, con ocasión de la presentación de la Ley Orgánica del Estado ante las Cortes, los reportajes del NO-DO y los relatos de testigos presenciales del acto de aquel día en las Cortes dan testimonio de la dicotomía entre la rimbombante retórica triunfalista del discurso y la frágil voz con la que lo leyó un Franco envejecido y debilitado. Cuando al entrar le aplaudieron, él tenía una mirada desorientada, sólo braceaba con el miembro superior derecho y llevaba la cabeza inclinada hacia delante. Su lectura fue con volumen bajo (con hipofonía), sin ritmo ni entonación. Todo ello, síntomas de su enfermedad.
Los efectos se hacían cada vez más evidentes pero, dentro de la élite del régimen y en los medios de comunicación españoles, había un pacto tácito para no hablar de ello. La Enfermedad de Franco era un secreto a voces y no fue reconocida por el régimen hasta julio de 1974. Se guardó en el más absoluto de los secretos durante diez años, aunque el temblor de su mano derecha evidenciaba ante los ciudadanos la realidad.
Un ejemplo de la opacidad sobre la Enfermedad de Parkinson se dio en julio de 1974, cuando el Jefe del Estado fue ingresado por una flebitis en La Ciudad Sanitaria Francisco Franco de Madrid, hoy Hospital Gregorio Marañón. Al acabar la estancia, el Dr. Hidalgo Huerta, jefe de Cirugía, convocó una rueda de prensa. Los periodistas hacían preguntas sobre la evolución, etc. Todo transcurría normalmente hasta que el periodista Carlos Dávila pide la palabra y lanza esta pregunta:
—Doctor Hidalgo Huerta, ¿Franco tiene Párkinson?
Tras la pregunta de Dávila, se hizo el silencio durante un instante. El médico, con muchas tablas, respondió:
«El proceso patológico por el que fue internado en este hospital está, afortunadamente, superado. Aquí no hemos tratado a Su Excelencia de otra enfermedad».
Buena salida.
No se haría oficial hasta unas semanas más tarde, como cuenta en sus memorias el Dr. Pozuelo, segundo médico oficial de Franco tras el cese del Dr. Vicente Gil. Relata que el 31 de julio de 1974, fecha en la que él acababa de tomar posesión de su nuevo cargo, en una reunión de médicos con la familia Franco se leyó un informe médico en el que, por primera vez, se afirmaba que Su Excelencia padecía Parkinson por esclerosis vascular.
Como curiosidad diré que el tratamiento del Dr. Pozuelo incluía fisioterapia, actividad muy avanzada y novedosa para aquel tiempo, y uno de los ejercicios consistía en desfilar al son de himnos militares. Cuando lo leí, hace muchos años, me pareció surrealista. Nunca pensé que, 40 años más tarde me harían también desfilar, pero en mi caso al compás de la marcha alemana «Alte Kameraden» (Viejos camaradas). ¡La de vueltas que da la vida!
Dejo el link por si alguien se anima (atención porque está interpretado por la sección de viento de la Filarmónica de Munich, sed no pasa nadie):
A pesar de que en los diagnósticos clínicos finales, lo primero que aparece es Enfermedad de Párkinson, esta nada tuvo que ver con su muerte. El Dr. Juan Abarca achacó el fallecimiento de Franco a dos operaciones mal realizadas de úlcera duodenal en un quirófano improvisado en el palacio de El Pardo. El relato de la operación es esperpéntico, con apagón de luz incluido, ¡merece la pena leerlo!
Como vimos anteriormente, la enfermedad de Parkinson le permitió a Franco disfrutar de sus aficiones deportivas favoritas, la caza y la pesca, hasta unos meses antes de su muerte con 82 años. Para mí, esta es la moraleja de esta historia.
Firmado: Javier Freundlich
Bibliografía:
- Los últimos 476 días de Franco. Dr. Vicente Pozuelo Escudero
- 40 años junto a Franco. Dr. Vicente Gil
- Franco, Caudillo de España. Paul Preston
- Franco con franqueza. José María Zavala
- Memoria breve de una vida pública. Manuel Fraga
- Franco. Stanley G. Payne, Jesús Palacios
Las fotos son de Wikimedia
Excelente artículo, tanto en su contenido documentado como en su calidad literaria. Muy interesante. Gracias.
Querido Iñigo:
Soy yo quien agradece tu motivante comentario. La verdad es que fue un post que me costó escribir, pues quería evitar los «lugares comunes» y como bien dices ello exige un minucioso trabajo de documentación.
Un fuerte abrazo
Javier Freundlich
hace 5 años me diagnosticacon parkinson pero es deprimente ver que no puedes hacer mucho ante el poco avance de la medicina actual solo la levodopa te calma los temblores y te destroza el resto piernas hinchadas ulceras gastricas afecciones oculares muy intensas y incontinencia urinaria total una mierda de enfermedad
Gracias por leernos Conchita. Es verdad que hasta la fecha no tenemos nada más eficaz para la enfermedad que la levodopa. Pero la levodopa funciona, y funciona muy bien. No produce como efecto secundario ni úlcera gastrica, ni incontinencia urinaria, ni edemas en piernas. Si puede aumentar la tensión ocular que hay que vigilar. Clarificó esto porque a veces se achacan problemas a medicación y son por otro motivo que hay que buscar e intentar solucionar. Un saludo, Dra. Mónica Kurtis
Muchas gracias a vosotros!!!
Como siempre, muy bien documentado.
Es fascinante, como desde el conocimiento actual, se puden analizar actos, situaciones, incluso pinturas o estatuas, del pasado; para desenmascarar ciertas patologías que creemos propias de nuestros días.
Muy interesante, gracias
Excelente!