Desde la noche de los tiempos, el ser humano ha deseado tener poderes que los demás no tuvieran. Ante la imposibilidad de adquirirlos realmente, encontró la fórmula para simularlos.
Utilizando medios completamente naturales, los ilusionistas crean efectos aparentemente imposibles que parecen estar fuera de las leyes de la naturaleza.
Gracias a la observación del comportamiento humano, a lo largo de siglos, los ilusionistas han alcanzado un conocimiento intuitivo de la respuesta del cerebro, en ciertos aspectos superior al de los neurocientificos, que les ha permitido desarrollar un conjunto de técnicas para captar y manipular la atención, provocando asombro y sorpresa en sus semejantes.
Desde 2006, los científicos se han interesado por el ilusionismo desde un punto de vista cognitivo y cerebral. Especialmente en EEUU, el equipo de Susana Martínez Conde y Stephen Macknik (1), apoyados por los mejores ilusionistas, crearon la “neuromagia”: que estudia las prácticas milenarias de los ilusionistas con el fin de encontrar los mecanismos que se producen para que nuestro cerebro sea incapaz de percibir los trucos e investigar directamente el comportamiento y la base neural de la conciencia a través de imágenes cerebrales.
Una aplicación práctica de estos estudios sería la elaboración de terapias para pacientes con problemas de atención: Alzheimer, autismo….

¿Cómo funciona nuestro cerebro?
Tenemos la falsa impresión de estar continuamente controlando todo lo que percibimos, pero esto no es más que una ilusión de continuidad pues nuestro cerebro no es capaz de captar la infinidad de estímulos provenientes del mundo que nos rodea y tiene que crear “atajos”. Por ejemplo, sólo vemos el 5% de lo que pasa ante nuestros ojos.
El cerebro funciona sobre la base de la memorización y el reconocimiento de patrones. Averigua qué relación hay entre los estímulos que recibe (entradas), memoriza y usa esa memoria para predecir cómo se comportarán las entradas en el futuro. Causa-efecto.
Nuestro comportamiento se basa en estas “predicciones” sobre cómo la vida se desarrollará a nuestro alrededor, mientras actuamos con el entorno. Esto quiere decir que cada experiencia es elaborada por nuestro cerebro a partir de pocos datos o estímulos percibidos y que, por tanto, puede encajar o no encajar con la realidad. Estamos percibiendo la información muy concentrada tanto en el espacio como en el tiempo. Generamos un relato paralelo a la realidad que en la mayor parte de los casos se ajusta a ella, pero otras veces no…
Las ILUSIONES son estrategias que hemos desarrollado, a través de procesos evolutivos y de la experiencia del entorno, para poder entender el mundo con el mínimo de recursos. La misión del cerebro no es representar el entorno tal y como es, sino hacernos sobrevivir en el mundo de la forma más económica y eficiente posible.
¿Por qué pasa esto? La respuesta incluye tres motivos.
Nuestro cerebro se rige por:
1. Un número limitado de neuronas: no tenemos suficiente capacidad para desarrollarlo todo y por ello buscamos estrategias para llenar los huecos, estructuras o enlaces que conecten causa-efecto automáticamente. Principio de generalización: ante estímulos parecidos producimos respuestas parecidas.
2. Una atención selectiva: no podemos realizar dos tareas que requieran concentración al mismo tiempo. Si prestamos atención a algo en concreto el resto queda “borroso”. El mito de la “MULTITAREA” es completamente falso, tanto en el hombre como en la mujer.
3. Las emociones: la empatía favorece las percepciones positivas.
El ilusionismo se aprovecha de cómo nuestro cerebro percibe y procesa la información de los sentidos para engañarle con ilusiones que no existen en la realidad.
De forma muy esquemática:
- Lo primero que hace el ilusionista es captar la atención del público y dirigirla hacia puntos que le interesen (esto se llama control y monitorización).
- Luego crea un clima favorable y empático que le resulte favorable (la risa hace disminuir la atenció).
- Por medio de la inducción le llega a convencer al espectador para que crea en las propias “certezas” del ilusionista. Utiliza múltiples procesos como
la generalización que mencione antes, el silogismo estadístico, la inducción simple o la predicción entre otras.
- En este ya nos tiene en su terreno y puede ejecutar la ilusión.
Si quiere hacer desaparecer un objeto, la llamada Ilusión de invisibilidad, puede utilizar:
- La ceguera inducida por movimiento. No nos percatamos de los cambios, a causa del movimiento. Podéis comprobarlo por vosotros mismos en: https://www.youtube.com/watch?v=0grANlx7y2E (cuenta las veces que se pasan el balón el equipo blanco)
- La ceguera al cambio o inatencional. Es muy difícil estar atento a los cambios si no nos lo dicen, como veréis en https://youtu.be/L5O3DYjZ_IE (tiene subtítulos en castellano)
- La ceguera de elección. Inventamos una justificación para decisiones que no sabemos cómo hemos tomado, como se ve en https://www.youtube.com/watch?v=_VPcl04Adh8
No tenemos espacio para comentar más técnicas, pero espero haberos convencido de que el nivel de conocimiento intuitivo del cerebro de los ilusionistas es absolutamente increíble. Como decía Friederich Nietzsche:
«La vida necesita de ilusiones; es decir, de falsas verdades tenidas como verdades”
Firmado: Javier Freundlich
(1) Susana Martínez Conde y Stephen Macknik son un matrimonio de Neurocientíficos, ella de A Coruña por cierto. Ambos son Profesores de Oftalmología, Neurología y Fisiología y Farmacología en la Universidad Estatal de Nueva York, Downstate Medical Center, donde él dirige el Laboratory of Translational Neuroscience y ella el Laboratory of Integrative Neuroscience.
Internacionalmente conocidos por sus estudios sobre ilusiones, conciencia, distracción atencional en la magia escénica y flujo sanguíneo cerebral, su libro “Los engaños de la mente”, auténtico Best Seller de lectura muy recomendable, y por ser los creadores de la Neuromagia.
Fotos: Flickr, Pixabay y Wikimedia, Objeto imposible, Ilusión, Licensed under GNU FDL https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=978028
Muchas gracias Vicente por tu observación y comentario. Efectivamente se aplican experimentalmente en casos de Autismo y de Alzheimer.
¡Alucinante!, supongo que «los expertos» habrán visto cómo y de qué manera trasladar estas «maniobras de distracción» al tratamiento de problemas de atención.
¡Madre mía!, lo que nos perdemos…