Jerga médica: ¿hablamos el mismo idioma?

ipad-820272_640El lenguaje médico se ha extendido a todos los sectores de la población y se habla de depresión, ansiedad, demencia etc. en los medios de comunicación, pero también en el autobús o en el bar. Ante una dolencia, la mayoría de las personas indagan sobre su problema, rebuscando en Google y hablando con gente cercana. Entre una cosa y otra, llegan a su diagnostico y a veces acuden a la consulta con el nombre de su problema en la boca. En este post no voy a meterme en si consultar con el Dr. Google es acertado, o no lo es, sino del peligro de los auto-diagnósticos por un problema que radica en el lenguaje. La jerga médica puede ser confusa y dar pie a interpretaciones erróneas, con los consiguientes malentendidos y tratamientos desacertados. 

– Doctora, vengo porque tengo un síndrome de «piernas inquietas».

Ante esta afirmación, tan firmemente expuesta, pienso: ¡esta consulta me la están poniendo fácil! Aún así, por aquello de la costumbre y por sana curiosidad, indago más, “de acuerdo, pero, ¿cuénteme qué le pasa?”. Entonces es cuando me explica que, al estar sentado, tiene un temblor en la pierna.

– Ah, ya… piernas inquietas. Se podría llamar así lo que le pasa, porque seria un nombre muy adecuado, pero resulta que  el verdadero síndrome de «piernas inquietas» no tiene nada que ver con un temblor (y su tratamiento tampoco).

Aprovecho para explicar (en ese afán de dar a conocer lo que son los trastornos del movimiento :)) que las «piernas inquietas» consisten en una tremenda incomodidad en las piernas por la noche, cuando la persona está sentada o tumbada, y se alivian con el movimiento (como el patalear o el caminar). Pueden ser muy graves y resultar en noches en vela, llenas de paseos, para el que las sufre. El caso es que este paciente no tiene esa enfermedad y, si no se hubiese aclarado la terminología médica, se hubiese ido de la consulta con un tratamiento equivocado.

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Malentendidos en la consulta por el uso de vocabulario que puede significar cosas diferentes para el paciente y el médico

MI PREOCUPACIÓN en este tema radica fundamentalmente en la posibilidad de que se me haya pasado alguna de estas confusiones y pueda tener graves consecuencias. Sin ir más lejos, hace unos días, una paciente me comentó que había tenido muchas “crisis de ansiedad” durante este último verano, sin darle demasiada importancia. Al preguntarle a qué se refería, me describió unos episodios que no tienen los síntomas típicos de la ansiedad. De hecho, lo que me contó apunta al diagnóstico de pequeñas crisis epilépticas (porque no toda las crisis son de caerse al suelo y convulsionar) y sin duda, merecen un estudio en profundidad para ponerles nombre. Al detallar la historia, descubrí que le vienen pasando desde hace años. Es posible que me lo hubiese comentado antes (no nos acordábamos ninguna de las dos). Es posible que yo diese por válido su auto-diagnóstico. Es posible que haya pasado por alto una epilepsia por no aclarar el uso de una palabra tan común como «ansiedad».

Existen otros múltiples ejemplos de equívocos de este tipo en la consulta. Las personas con la enfermedad de Parkinson, por ejemplo, pueden tener varios tipos de movimientos involuntarios, entre ellos el «temblor» (vaivén rítmico de una extremidad  y conocido por todos, como el que presentaba el paciente de las «piernas inquietas») y otros que son movimientos de baile de las extremidades que llamamos «discinesias»(imagínense una mano bailando sevillanas). Lógicamente, el paciente suele llamar “temblor” (palabra mucho más conocida y en boca de todos) a cualquier movimiento extraño. Ser o no ser «temblor», esa es la cuestión. Es de vital importancia ya que su tratamiento es radicalmente opuesto (y cuando digo opuesto me refiero a eso, totalmente contrario) al de las discinesias. «Imíteme lo que le pasa con la mano». Estas simples instrucciones pueden ayudar al médico a ver el movimiento y averiguar qué significa «temblor» para  este paciente y tomar las decisiones de tratamiento más adecuadas. Dicho esto, pongo la mano en el fuego y no me quemo si afirmo que todos los neurólogos que vemos a pacientes con Parkinson nos hemos equivocado alguna vez por no aclarar suficientemente bien los términos.

En fin, lo habitual (menos mal) es que a través de una buena historia clínica y algoface-535766_640 de labor detectivesca, se aclare el vocabulario, y se llegue a un diagnóstico de certeza. Sin embargo, vivimos una época en que la jerga médica está en boca de todos y es evidente que los médicos podemos asumir, a veces equivocadamente, que las personas que nos consultan hablan nuestro mismo idioma. Pero lo cierto es que la terminología médica puede ser confusa, esquiva e, incluso, estar mal definida a pie de calle. Por lo que nunca está de más preguntar y asegurarse de que lo que «x» significa para ti, es lo mismo que para mí.

Firmado: Mónica Kurtis

6 comments

  1. Tienes razón en que nos metemos en internet a todo trapo en busca de información , pero a veces es por desinformación, quiero decir que hay médicos que te dicen un diagnostico y se quedan tan panchos , como si lloviera y hablo por experiencia propia. A mi cuando me dijo el neurólogo que padecía parkinson no me explicó en que consistía, como evolucionaba, que síntomas notaría, en resumidas, que era la enfermedad en si, o si no esta la cosa para andarse explicando porque tenéis la consulta llena , un folleto informativo al menos , algo que nos aclare un poco las dudas, que haberlas las hay. Tu ponte en el lugar de el enfermo e imagínate que te sueltan la noticia y no tienes ni idea de a quien preguntar ni de que va esa enfermedad , te sientes perdida y la única solución es meterte en internet para saber de que va este problema. Hay sitios que no son aconsejables porque todo el mundo puede entrar y escribir lo que sea, en eso tienes razón,
    Sea como fuera nadie debería sacar sus conclusiones sin visitar a un médico

  2. Pueden ser tambien movimientos extraños con la boca como bostezos,? algunas veces me dicen que los hago y no lo habìa relacionado hasta leer la explicaciòn

    1. Sí, las discinesias pueden incluir movimientos involuntarios de la boca y/o de la lengua (sacar la lengua, morderse los labios, abrir algo la boca tipo bostezo, hacer alguna mueca, etc.). La persona que las tiene no suele notarlas y es a los demás a quienes llaman la atención. Si no interfieren con el hablar o el comer, no son nada preocupantes.

  3. Estoy totalmente de acuerdo contigo Mónica y tu post me hace reflexionar sobre mis propios errores. A veces lo más simple, lo que damos por hecho se nos escapa. Sin duda mañana tendré presentes tus palabras.
    ¡¡Gracias y enhorabuena por el blog!!

    1. Gracias Belén por tu comentario. Te animo a compartir algunos de los malentendidos qué has tenido o qué crees que se te han podido pasar porque nos pueden ayudar a todos, ¡solo si te apetece claro!

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